FICCIÓN DE ORIGEN, de Leonardo López
- lectorsemiotico2000
- 12 ago 2020
- 2 Min. de lectura

´´Ficción de origen´´, es la ópera prima del escritor ecuatoriano Leonardo López (Publicada en la colección La noche cúbica de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo Azuay). Lejos de toda expectativa primeriza, las narraciones contenidas en el libro están dotadas de gran madurez e ingenio. Son cuentos fragmentarios, audaces, lacónicos, donde el gérmen de la ficción se comprometido por la metaliteratura, y se expande, mostrando una multiplicidad argumental que da cabida a la aparición de intersticios que se llenan como las piezas de un puzzle, y encajan herméticamente.
López comienza con ´´Dura lex, sed lex´´, la historia de un profesor que es marginado por los círculos intelectuales ecuatorianos, debido a una acotación sobre la película ´´El secreto de sus ojos´´, basada en la novela de Eduardo Sacheri. Es aquí que nacen los sentimientos oscuros, que se retoman de forma desopilante en el segundo relato: ´´Don't Cross Central Park at night´´. Un grupo de neonazis se burlan de un modelo y su amigo obeso, obligándolos a hacer cosas contra su voluntad, deviniendo de ellos el personaje de un guardia atormentado por su jefe, a quien un buen día encuentra muerto y decide robarle un Rolex y una cantidad significativa de dinero, con la cual se plantea otro comienzo que termina por arrastrarlo a un final inesperado. De este modo, lo siguiente es un recorrido sutil por las pasiones. La agonía de un enfermo, o un Hemingway que va decidido a entrevistar en plena guerra civil española al líder de los republicanos, son situaciones vistas bajo la óptica del arte. Entre idas y vueltas, se aproxima el final y nos encontramos con: ´´María Bonita´´, un cuento donde la búsqueda artística se encuentra con la cristalización de la desgracia, predecesora de la resignación.
Bajo la influencia de autores como Vila Matas, Javier Cercas o Fernando Iwasaki, Leonardo López entrega a los lectores una búsqueda neopolicial. No es la historia quien se encarga de narrar los hechos, sino nosotros los que debemos armarla. Sin lugar a dudas, estamos ante un escritor que augura un futuro promisorio en la literatura ecuatoriana y latinoamericana emergente.
Agradezco a David Larriva, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo Azuay, por haberme enviado este ejemplar y hacer posible la reseña.
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